miércoles, noviembre 24, 2004

Londres y los pisos

El pasado fin de semana ha terminado otro capitulo de mi educación en las costumbres y tradiciones típicamente londinenses: la búsqueda y captura de un piso. He dejado por fin la casa en la que estaba viviendo con mi amada familia inglesa y me he vuelto un ser independiente. Además me he alejado del peligro siempre presente de que un día se me olvidase meter el plato en el lavaplatos o cambiase por accidente la tele de canal y el hooligan se cabrease conmigo y me tirara a la calle junto con mis cosas (ver capítulo 2, anécdota del ruso). La despedida de la familia fue educada, un tanto hipócrita por ambas partes (a ver quien se cree que nos vamos a llamar para cenar algún día) y poco emotiva, salvo el perro que me había cogido cariño y yo a él a pesar de que estoy seguro de que me ha robado varios calcetines.

Buscar piso es una de las mejores formas de coleccionar anécdotas extravagantes y a veces increíbles. Si alguno cree que su vida es aburrida o que no tiene con que hacer reír a sus amigas le aconsejo que se vaya a una ciudad grande y se ponga a ver los pisos más baratos que pueda encontrar. Mis primeros contactos con el tema fueron en Madrid, donde siempre recordaré aquella extraña anciana que me trató de convencer de que un camping gas era una cocina y de que un sofá y un cojín una cama (todo en el mismo “piso”, que además eran unas 80.000 de las antiguas pesetas por mes). A veces creo que el truco es ver muchos pisos asquerosos, no porque tarde o temprano encontraremos uno increíble, sino porque tras 100 o 150 estaremos hartos y nos convenceremos de que uno de los asquerosos es increíble. El caso es que si en Madrid ya es un auténtico coñazo, en Londres se multiplica por 3, y además hay que añadir toda la carga de tener que hacerlo en inglés (que conste que es una buena práctica).

El método para buscar piso en Londres es el de siempre: hay algunas webs y algunos periódicos (caros y que salen cada poco) con ofertas. Llamas a las ofertas, los pisos buenos ya están cogidos porque hay gente que llama antes de que cualquier hombre decente esté despierto, con lo que solo quedan los residuos y te pasas las tardes y fines de semana viendo esos residuos, en transporte público y perdiéndote por barrios extraños. Si no conoces a nadie con quien irte a vivir la posibilidad más obvia siempre que no seas rico y puedas alquilarle una habitación en Buckinham a la reina es buscar una habitación en un piso compartido. Al principio era lo que iba buscando, el problema es que no conozco la mayoría de las zonas y viendo las ofertas no sabía por cual tirar. La mejor oferta de todas las que vi decía algo así: “Piso compartido en Oxford Circus (el equivalente a vivir en cibeles) con todas las comodidades. Comparte con 3 chicas, 2 Australianas y una Neozelandesa. Queremos un chico para compensar la balanza (esto es lo mejor). Somos divertidas y nos gusta la gente extrovertida. 100 libras a la semana (aunque os parezca carísimo en realidad es tirado). Escribe a Kate, Samantha o Jo en los siguientes emails”. Jajaja, que buen chiste. Escribí por si las moscas. No hubo respuesta (pero valía la pena intentarlo). Vi algunos pisos, no muchos. Me gustaría decir que eran una auténtica mierda, pocilgas, dar estadísticas del número de cucarachas y todo eso, pero la verdad es que no fueron para tanto. El problema es que casi todos tenían una o dos características que los hacían indeseables, o eran muy caros, o quedaban muy lejos o eran en una zona que no me convencía, o vivía demasiada gente o los compañeros de piso parecían los extras de Ciudad de Dios, o la habitación era muy pequeña, etc., etc. Lo que me hace gracia era la actitud comercial de los caseros que me enseñaban las habitaciones. Había alguno que me enseñaba una habitación con unos muebles desastrosos y un baño maloliente, en un edificio horrible y me decía que acababa de poner un suelo de madera carísimo que era cojonudo y que me diera prisa que la habitación le iba a volar de las manos. Lo peor es que yo con esa gente lo único que se hacer es asentir como un idiota, darles la mano, decirles que me lo pensaré y que les llamaré pronto.

Un buen día (es un decir, aquí no hay días buenos en lo que a tiempo se refiere) Muriel y Alfonso, una pareja de amigos españoles que están viviendo aquí me llamaron y me dijeron que habían encontrado un piso junto con otra gente, que estaba muy bien de precio, situación y condición, que lo iban a alquilar y que sobraban habitaciones. Hice callar a mi escéptica conciencia y fui a verlo con gran ilusión. El piso no estaba mal, aunque había que arreglar algunas cosas, era realmente barato y además estaba en Crouch End, que es donde vivía Rob el de Alta Fidelidad, lo que revaloriza mucho la zona en mi escala particular. Así que decidimos cogerlo entre ellos, dos chicas inglesas (a practicar inglés!) y yo. Pues como era de esperar, desde que lo decidimos no ha pasado un solo día sin que apareciera algún problema. Para empezar, el casero, que en realidad es un empleado de una especie de agencia, es ridículamente borde y hasta parecía que le molestábamos intentando alquilarle el piso. Nos pidió un montón de referencias personales. Es que aquí, en Inglaterra, muchas cosas funcionan a base de referencias. Las referencias son cartas (pueden estar escritas a puño y letra) que dicen que eres un caballero (en serio, tengo una de la señora de la familia que me llama gentleman, es surrealista), que has trabajado en nosedonde, etc. Supongo que el hecho de que alguien se pueda fiar de algo así en España haría que se descojonase todo el mundo en el acto, pero aquí es como funcionan las cosas. Después de lo de las referencias pasó más o menos de todo. Se retrasó la fecha de la firma 4 veces, no nos poníamos de acuerdo con las habitaciones, tuvimos que pelear para que el casero arreglase ciertas cosas (que solo ha arreglado parcialmente), una de las inglesas se echó atrás el día anterior... Yo veía la mano de Dios, ese cabrón, detrás de todo. A pesar de que yo ya estaba convencido de que no, al final todo acabó medio solucionándose y tuvimos nuestra firma estampada en un contrato de alquiler. A propósito, ¿a nadie le parece que esta historia de firmar es prehistórica? ¿Realmente vale para algo el escribir un garabato en alguna parte? Si es así, la verdad es que es algo que da bastante miedo si lo piensas, en la era de los ordenadores, internet, las depiladoras laser y los politonos con villancicos el medio de identificación más importante y usado es un movimiento semiparkinsoniano que esboza algo inenteligible en un trozo de papel... Curioso, pero no nos desviemos del tema. Ahora estamos viviendo en el piso, Muriel y Alfonso (Muri se va en dos días, snif), Natasha, una chica inglesa que es muy maja, Rocío, una chica mejicana que encontramos de casualidad y yo. Somos todos creciditos y responsables así que no creo que haya problemas de ningún tipo entre nosotros. La pena es que el piso no tiene salón (el salón es una de las habitaciones, por eso sale tan barato) y sólo tiene un baño, con lo que tanto las fiestas como las visitas están limitadas (aunque supongo que al final habrá fiestas y visitas por doquier).

Por otra parte, he dejado la escuela. Era demasiado cara para lo poco que aprendía. Me habían puesto en el nivel más avanzado, pero entre que la profesora no me gustaba y que mi balance financiero me estaba empezando a preocupar (sino asustar), decidí dejarlo. Puedo estudiar inglés en casa, además ahora tengo suficientes amigos que hablan inglés como para poder practicar frecuentemente. Estos días estoy terminando mi currículum y pronto empezaré a buscar trabajo (tras lo cual estoy seguro de que caerá otro capítulo en este diario porque me pasarán cosas absurdas como siempre). Un nuevo episodio de mi vida se abre ante mi, un nuevo comienzo, un nuevo mundo lleno de cosas exóticas como los turnos para fregar el baño, aquí, en Londres, en Crouch End.

martes, noviembre 09, 2004

Pasaje a Edimburgo

La semana pasada compré dos billetes de avión en easyJet.com para Edimburgo. Una ciudad preciosa, decía todo el mundo. Yo les dije que no me lo creía pero que quería comprobarlo por mi mismo, no vaya a ser que me esté perdiendo algo.

Londres es maravilloso. Hay 4 aeropuertos (los entendidos dicen que hay un quinto pero no sale en easyJet ni en ba así que no existe), con lo que hay vuelos baratos y a todas horas a casi cualquier parte. Además todos los aeropuertos están perfectamente comunicados con la ciudad mediante una eficiente red de metro, ferrocarriles, trenes expresos y buses. Infunde confianza, por eso salí de casa la mañana del vuelo con “sólo” con 2 horas de antelación a lo que debería. Mi plan era coger el metro hasta Mile End (6 paradas), cambiar a otra línea, hacer 11 paradas hasta Victoria Station y allí coger un tren expreso que me llevaría hasta el aeropuerto. Por supuesto cuando iba cual dominguero feliz (era sábado en realidad) a coger el metro resulta que la línea estaba fuera de servicio, aunque había buses de sustitución que hacían el mismo recorrido. Esto es bastante frecuente en Londres (lo de que pongan buses de sustición no tanto). Cogí el primer bus que apareció. Después fue todo un cúmulo de despropósitos. Para empezar el busero debía ser nuevo, o disléxico, o un consultor subcontratado, porque a la primera calle larga que llegó, que se bifurcaba al final a la derecha soltó algo así como “mierda, por aquí no es”. La verdad es que ahora que lo escribo tiene gracia, de hecho cuando lo dijo alguno se rió, pero en el momento a mi no me la hacía y ya me estaba acordando de toda su familia cuando un oportuno pasajero le dijo por donde tenía que ir, y a partir de ahí le guió casi todo el camino a pesar de que todo estaba lleno de carteles exclusivos para los buses de sustitución. Menudo inútil, a ver si lo despiden o si lo ascienden a jefe ya y lo quitan de enmedio. Bueno, como he dicho antes el bus seguía la misma ruta que el metro, parando en las paradas de este (fuera de la estación claro está, aunque estoy seguro que por la cabeza del busero pasó meter el bus en las vías). El metro tarda aproximadamente 3 minutos entre parada y parada. Entre la primera parada y la segunda el bus tardó 15. Hice la cuenta apropiada y me di cuenta de que iba un poco justillo de tiempo, pero debería llegar, así que permanecí estoico en mi sitio. Entre la segunda y la tercera parada parece que había un incendio o algo así, y nos tuvimos que quedar apartados de la calle mientras pasaban coches de bomberos. Yo no me lo podía acabar de creer, pero entre esto y los atascos provocados por la ausencia de metro estábamos tardando como 20-25 minutos por parada. Tampoco ayudaba que el busero además de subnormal resulta que era un gracioso y en cada parada se tiraba un rato hablando con los otros empleados bromeando acerca de lo poco que conocía la ruta y de las veces que estuvo a punto de perderse. Intenté pasar mi crisis nerviosa ojeando lo que leía la de al lado: era una especie de texto sobre técnicas para actores, hablaba en un tono muy serio sobre como arquea las cejas Robert de Niro o la sonrisa ambigua de Jane Fonda. No conseguí concentrarme (además ella leía más rápido y me pasaba de página), y llegué a la conclusión de que si me quedaba en ese bus además de perder el avión iba a perder los nervios, así que en la siguiente parada me apeé y fui en busca de un taxi. Estaba muy lejos de Victoria, así que lo más rápido que podía hacer era coger un taxi al aeropuerto. Me dirigí a un Black Cab (el típico taxi negro), que es lo primero en la lista de cosas que no se deben hacer en Londres si quieres que tu dinero dure más de cinco minutos, pero no tenía tiempo. Le pregunté cuanto tardaría a Gatwick, me dijo que una hora, entraba dentro de mi margen, ok. Después, no sin miedo, le pregunté el precio. Me dijo una cantidad que me provocó una náusea instantánea. Cuando vió mi cara de puro espanto me rebajó 20 libras, pero aún así era algo desorbitado. Con una sensación indescriptible de dolor me subí al taxi. Por supuesto en 10 minutos estábamos en un atasco interminable, y cuando salimos vi un aterrador cartel que decía que Gatwick estaba aún a 35 millas.

Llegué al aeropuerto 20 minutos antes de que saliera el avión, corrí como un idiota por toda la terminal y llegué a las oficinas de embarque. Resulta que mi acompañante, que también tuvo su aventura particular, llegó al mismo tiempo. Le dijimos a la amable señorita que llegábamos tarde y si podíamos embarcar. Marcó un número de teléfono pero no le contestaron, con lo que nos dijo que ese vuelo estaba ya cerrado y era imposible. En ese momento me sentí todos los adjetivos negativos del diccionario empezando por estúpido y tuve la clara impresión de que Dios existía y además era un cabrón. Sin embargo, la chica nos dijo que nos podía colocar en otro vuelo, 4 horas más tarde. Respiros de alivio (relativo, porque lo que pagué de taxi no cicatrizará nunca), abrazos, saltos de alegría. Que Dios (o quien sea) bendiga a easyJet.

Espero que esto que me ha pasado y el relato correspondiente, además de hacer que os riaís de mi y paseis un buen rato, sirva como reflexión sobre el transporte público en Londres y que todo el que vaya a hacer algo parecido lo tenga muy en cuenta.

¿Que cómo está Edimburgo? Pues es una ciudad para ver, cuando nos bajamos del bus que nos llevó del aeropuerto al centro, miráramos donde miráramos estaba lleno de castillos, monumentos y edificios impresionantes. Además era de noche y todo estaba maravillosamente iluminado. Casi toda la ciudad es bonita, y la gente es amable y no muy numerosa (se nota la diferencia cuando vienes de Londres). Una ciudad que vale la pena... y os lo digo yo, que mi “pena” es, ejem, considerable.

lunes, octubre 25, 2004

Idiomas y tacos

Ayer en el pub, delante de unas cervezas como no, mis compañeros de clase profesor incluído tuvimos la típica conversación sobre tacos, empezamos con los ingleses, interrogando al profe de que es exactamente lo que podemos “fuck” y lo que no. Al final parece que los ingleses se lo pasan todo por la piedra, porque puedes meter un fucking donde sea, siempre con riesgo porque aquí los tacos aún no han perdido totalmente su encantador status de cosa que suena muy mal. Creo que me gustan los tacos ingleses, tienen una poderosa sonoridad, intentad decir FUCK, antes de pronunciarlo tienes que llenar la boca de aire y después explotas, en la f, descargando todo tu odio y mala leche, terminando la palabra con una K, seca, cortante. Es una gran palabra, a lo mejor por eso se usa tanto. De todas maneras es curioso, porque para nosotros en inglés los tacos son como otra palabra más, quiero decir que por ejemplo cuando en clase nuestro profesor dice cunt (la peor palabra que se puede decir en inglés), a el le debe resultar incluso violento, pero la gente asiente y apunta la palabra con una nota al lado que dice: muy muy mala palabra. Para nosotros palabras como joder, puta, coño, leticia sabater, hostia, etc tienen su propio encanto, su propia fuerza y espíritu transgresor, pero en inglés aún no hemos hecho esas palabras nuestras. Supongo que pasa con todo el idioma en realidad, pero con los tacos se nota más.

Bueno, da igual, el caso es que después de haber recorrido todo el lado oscuro del inglés, atacamos otros idiomas. Éramos estudiantes de bastantes nacionalidades (holanda, japon, españa, korea, brasil, turquia y francia). Bien, para empezar, TODO el mundo sabía la tira de insultos y tacos en italiano, y ninguno era italiano. Da que pensar. Respecto a España, nadie pronuncia bien joder y a tomar por culo es muy largo. En holandés es asimismo muy difícil pronunciar bien. Bueno, pues resulta que el profesor sabía decir pene en japonés, se dice chin chin (y nosotros brindando con eso durante años...), lo que les hizo mucha gracia a las japonesas. Yo en ese momento recordé una frase que Ernesto me había enseñado, que no sabía lo que significaba, pero si sabía que era bastante salvaje, y empieza por chin chin. Se me ocurrió decirla y de repente todas las japonesas se pusieron rojísimas y sudorosas y casi se caen de las sillas. Cuando se recuperaron se pusieron a gritar que no dijéramos eso jamás de los jamases, que ellas no se atrevían ni a pronunciarlo (por supuesto en ese momento todo el mundo se aprendió la frase de marras y empezaron a gritarla de arriba abajo). Parece ser que en este sentido Japón es como Inglaterra, pero a lo bestia. Hay ciertas cosas que son verdaderamente tabú y no se pueden decir salvo que quieras ser considerado un auténtico grosero (y allí eso parece tener importancia). Y yo me pregunto, ¿cuando dejó de pasar eso en España? ¿Alguien sabe algo que no se pueda bajo ningún concepto decir en español? ¿Qué es lo peor que podemos decir? Está claro que si estás en una reunión de negocios de alto nivel o tu novia que vive en la Moraleja te está presentando a sus padres no te vas a poner a adornar con coños o cojones tus discursos, pero a nivel digamos familiar creo que no hay nada que sea realmente duro. Simplemente si usas muchos tacos habrá gente a la que le parece que hablas mal, pero si lo peor que puedo llamar a alguien es hijo de puta, es incluso posible llamar a alguien hijoputa en sentido cariñoso, cosa que es inconcebible en Japón e incluso en Inglaterra. Curioso...

Me encanta Japón, cada día más.

martes, octubre 05, 2004

El imperio contraataca

He cumplido ya el mes aquí. Ya soy, como quien dice, parte del paisaje londinense. Algún despistado que me ve confiado incluso intenta, cuando estoy parado en algun sitio, preguntarme por donde se va a nosedonde (ilusos). Bueno, hubo una chica que me pregunto como ir a la estacion de autobuses y tan pronto pronuncié la primera palabra en ingles dio media vuelta y se fue. No se, quizá debería de dejar de comprar el desodorante de oferta.

Voy a seguir la habitual estructura en capítulos


La siempre dificil vida en familia

Hasta ahora, y al menos por dos semanas más, sigo con la familia. En mi anterior correo cometí un error, dije que la señora era viuda, y no lo es, en realidad está divorciada, cosa que no me extraña nada ahora que los conozco un poco mejor. En un primer momento parecen simpáticos y amables, pero el trato diario es como la prueba del algodón: no engaña. Todo se podría resumir en que no dejo de sentir que todo esto es una manera que tienen ellos de sacar dinero y que en realidad los estudiantes les molestan cual juanete y toda su amabilidad es pura fachada. Es más, si pueden aprovecharse un poco lo hacen. Por ejemplo, es muy divertido cuando Ann me habla de los otros estudiantes que ha tenido. De casi todos habla bien (por otra parte, su manera de hablar es superficial e irritante, de este estilo de personas que para contarte su viaje a África dice cosas como “oh, todas esas plantas y animales”, lo adorna todo con adjetivos como maravilloso, indescriptible, irrepetible y al final no sabes si ha ido o se ha leído el folleto de la agencia de viajes), pero de los que mejor habla siempre dice cosas como “era maravilloso, fregaba y recogia el lavaplatos” o “siempre bajaba al perro, era maravilloso” o “me compraba flores o vino... maravilloso”. Que cachonda la señora. Menos mal que soy un borde porque si quisiera ser estudiante del mes seguro que me tocaba encerar el suelo o plancharle las camisas. A Joanna, mi compañera (que por cierto se ha ido ayer, adios Jo!) la sacaban de quicio. Yo soy mas pasota. Pero lo mejor ha sido lo del ruso. Te acuerdas del ruso que estaba viviendo conmigo en casa, no? bueno, ya dije que era un poco raro, pues bien, resulta que ademas de raro era un poco pesado y tiquismiquis, y como le molestaba sobremanera el ruido nocturno que la gente hacia en casa, en vez de hablarlo se dedicó a poner notitas pegadas por ahi del estilo “no ruido despues de 22:00”. A la gente de la casa le parecio bastante mal, cosa que comprendo, es su casa al fin y al cabo. Bueno, pues por estas cosas y alguna mas, pero no se exactamente cuando, un importante cambio obró en lo que pensaba la familia del ruso, pasando este de ser una fuente de ingresos, una libra, un rublo con patas, a ser un elemento nocivo, un parasito a eliminar. Todo fue más o menos sutil, al principio Ann me decia que le daba miedo, y me decia que ella era un mujer sola en casa la mayor parte del tiempo, y que eso le daba que pensar (siempre me ha parecido muy graciosa esta mezcla entre temor y esperanza que tienen las mujeres ancianas de que las violen). Yo ponía cara de interrogante y le decía que no se preocupara, que solamente era un tipo raro. Pero en realidad todo era una preparacion para lo que se avecinaba. Un dia el ruso cometió el último y fatal error: decir que no le apetecía cenar, contraviniendo con ello la primera y más sagrada regla de la casa (bah, era una ensalada, la verdad es que no era para tanto). En ese momento la ya engrasada terrible maquinaria policial, es decir, el hijo hooligan de Ann dijo que era la gota que colmaba el vaso y que el ruso se iba a la puta calle a la de tres, así que bajaron los dos a su habitación y empezaron a llamarle de todo y a decirle que hiciera las maletas que esa noche no dormía allí. El ruso con su desastroso inglés decía que no, que se quedaba. Pasó algo que no entendí pero que hizo ruido y tenía mala pinta, así que bajé e intenté hacer que el hooligan dejara de zarandear al ruso, con escaso éxito. Todo se convirtió en un cúmulo de despropósitos, que, por abreviar, terminó con el ruso en la puta calle, sus cosas en bolsas de basura, y un taxi que le llevaba a un hotel en el que dudo que fuera capaz de entenderse con el recepcionista. Y todos tan contentos. Por último, y a modo de anécdota, voy a recapitular lo que se de la vida del ruso, todo fragmentos confusos:

Fue un eminente juez
Después un (también eminente) abogado, con más de 25 personas a su cargo
Algo de un juicio sobre petróleo, con mucho dinero por medio
Dice que no puede volver a rusia, porque le atraparían (literal)
Está forrado

A partir de mañana voy a empezar duramente con la búsqueda de piso.


Gastronomía británica

Me gustaría poder hablar largo y tendido sobre la comida inglesa, para bien o para mal, pero lo cierto es que no puedo. No puedo porque no se puede, porque NO existe. No hay nada que se pueda llamar comida inglesa: si vas al más típico de los pubs ingleses y pides que te pongan el más típico de los platos ingleses, te servirán algo así como pescado rebozado con patatas (fish and chips) o un trozo de pollo con queso fundido por encima (chicken algo). Y eso es todo. Pero vamos a ver, ¿que coño han hecho los ingleses en todos estos siglos que lo más sofisticado que pueden preparar para comer es una croqueta? Los reyes ya podrían haber dejado en paz el palacio de Buckinham y dedicar algo de tiempo a la cocina nacional. Y a la reina Victoria, en sus 90 años de reinado, ¿nunca se le ocurrió que la comida era una mierda?.

El resultado de todo esto es que los ingleses han tenido que echar mano de la cocina internacional para solucionar sus carencias, y todo está plagado de restaurantes exóticos, sobre todo cocina hindú. Incluso los sandwichs de los supermercados son de “chicken tikka masala”, “tandoori”, “curry noseque” y cosas así. Esto está bien, porque pruebas muchas cosas diferentes, pero la verdad es que la mayoría son una guarrada y saben muy mal.

En general se come fatal. Creo que el problema es que aquí nadie cocina, no tienen tiempo supongo, y todo es comida precocinada, cosas para llevar en chinos, bocadillos, etc. También influye que aquí la comida principal es la cena, y al mediodía la gente come cualquier cosa para quitarse el hambre. Yo de momento ceno en casa, y la comida, sin ser ninguna maravilla (sobre todo de elaboración), está por encima de la media. Carola, una compañera de la escuela, ha tenido mucha suerte, le ha tocado en una familia que la madre es española y come como en casa!!!!


Vida social

He empezado ya, como buen estudiante, con una activa vida social. En la escuela se conoce a mucha gente y de muchos países diferentes. Lo malo es que muchos están por poco tiempo y se van enseguida. Ahora, después del verano, los que van quedando suelen estar más a largo plazo. Todas las semanas la escuela organiza una quedada en el pub de al lado, que es barato y se está convirtiendo en mi segunda casa. He hecho amigos de todas partes, ucranianos, japoneses, polacos, franceses, chinos, suizos, turcos,... Procuro hablar inglés siempre, aunque está claro que los (afortunadamente pocos) españoles que somos, nos conocemos y nos llevamos bien.

Hasta ahora ha habido dos días interesantes de contar. En el primero estuve al principio en una de estas reuniones de estudiantes, bebiendo unas cervezas. Ah. Debo hablar un poco sobre la cerveza. Beber cerveza aquí es como respirar. Da igual a que hora vayas al pub, siempre hay gente bebiendo cerveza. Y no se bebe otra cosa, así como en España en todos los pubs y clubs hay muchas botellas de whisky, vodka, etc., aquí solo tienen unas pocas por si alguien se bebe un chupito, todo el mundo bebe cerveza a todas horas, y no poca. La ventaja de la cerveza es que cuanto más bebes mejor sabe y la desventaja es que siempre me estoy meando en el metro.Vale. Estábamos en la fiesta. Allí estuve aproximadamente 5 cervezas (he empezado a medir el tiempo también en unidades de bebida), y después había quedado para ir con Ed, mi ex profe, a un concierto de Georgie Fame, un cantante de jazz y rythm’n’blues, en un club. Llegamos, entramos y nos sentamos, el sitio era magnífico. Ed pidió una botella de vino y empezó el concierto. Estaba muy bien, era parecido a Frank Sinatra, tocó con una banda de unos 20 músicos y contaba muchos chistes y anécdotas entre canción y canción (yo entendía la mitad, pero me reía en todos). Conseguí entender y hasta tener conversaciones interesantes con algunos de los amigos ingleses de Ed. El problema es que yo no me daba cuenta de que mi copa no se vaciaba porque Ed la rellenaba cada dos por tres, y me la volvía obstinadamente a beber. Debí darme cuenta de que algo iba mal cuando no lograba distinguir el contrabajo del adorno floral de encima de la mesa, y la verdad es que no recuerdo mucho de lo que pasó a continuación. Se que era tarde, me fui con algunos de los amigos de Ed, recuerdo un bus, cantar en medio de la calle algo de los Monty Python, y lo siguiente es despertarme en el pasillo de una casa que no me sonaba de nada con una resaca como un piano. Era la hora de irse a la escuela, así que eso hice.

El segundo día interesante fue hace poco y consistió en que algunos estudiantes de la escuela fuimos a la residencia en la que se alojan los que escogieron esta opción, los españoles cocinamos un par de suculentas tortillas de patatas (ya sabía yo que era una buena idea aprender a hacerla), nos reímos y vimos una película (en inglés con subtítulos) todos juntitos. Muy buen rollo general, nos lo pasamos muy bien. De esto pronto habrá fotos.


El inglés (otra vez)

Después de un mes de inmersión linguística, he notado que he mejorado algo, sobre todo a la hora de hablar. Es un poco raro porque depende del momento y de la persona con la que esté hablando, pero normalmente ya soy capaz de hablar sin quedarme parado. Supongo que eso es en lo que más rápido se mejora. Lo más lento será entender a la gente con acentos extraños o que usen muchas palabras “coloquiales”. Lo que no tengo muy claro es si realmente la escuela es la mejor opción para aprender inglés. Al fin y al cabo la gente más difícil (y la más importante) a entender son los propios ingleses, y en las escuelas solo es inglés el profesor (y no cuenta porque siempre hablan muy claro). Así que estoy pensando en adelantar un poco mi plan y empezar a buscar trabajo activamente en breve. Ayer quedé con Mario y Alberto (dos chicos españoles, informáticos, que llevan aquí 6 meses y 4 años respectivamente), y la verdad es que me han animado, dicen que no es tan difícil encontrar trabajo mientras no seas muy ambicioso (la verdad es que no lo soy), y creen que mi inglés es bastante bueno. Así que no se, a lo mejor dentro de poco empieza otra vez la colonización gallega en el terreno de la tecnología (ahora en territorio británico).

Por cierto, una anécdota graciosa con respecto a la escuela y al trabajo. Resulta que en la escuela tienen una especie de departamento dedicado a ayudar a los alumnos a buscar trabajo en relación con sus estudios y preparación. Te ayudan con el CV, te preparan para la entrevista, te buscan empresa y todo. Cojonudo, pensé, y fui a preguntar. Mi sorpresa fue mayúscula cuando el encargado del departamento me dijo que el trabajo que te buscan es NO PAGADO y que aún encima, como te ayudan tanto, LES TIENES QUE PAGAR TU (400 libras). Me empecé a partir de risa delante del tío, que sin inmutarse me dijo algo así como “bienvenido al mundo real” (parece una frase de matrix). Aquí el que no corre vuela.

FIN (por ahora)

Lo siguiente.... FOTOS!

lunes, octubre 04, 2004

Una semana en Londres

Capitulo 1: El viaje

Lo primero han sido los aviones. Todo muy bien, solo notar que en British Airways tienen asientos de cuero y te dan un sandwich, un zumo y un kitkat mientras que en Iberia la unica ventaja es que se entiende el nombre del sobrecargo cuando lo dicen por los altavoces. Te das cuenta de que has entrado en Inglaterra cuando ves que tienen moqueta hasta en el aeropuerto.

Lo del metro fue un poco mas complicado. Primero porque cuando llenas la maleta (26.4 Kg) no esperas tener que cargarla por escaleras mientras la gente empuja. Despues porque el metro de Londres es un poco más raro que el de Madrid y la casa estaba en la otra punta del plano. Por no decir nada de mi facilidad para perderme. Al final en vez de las 36 paradas que tenía que hacer hice 44, tampoco está muy mal. Solo me llevó dos horas y media.

Resulta que la casa en la que vivo está en una especie de pueblo en las afueras, muy residencial, majete, seguro y absolutamente inglés. Lo que es difícil es encontrar un taxi, paré uno de un tío que tenía una pinta horrible porque venía de hacer "gardening" (estos ingleses tienen una palabra para decir "hacer cosas en el jardín", dice mucho de ellos). Era bastante simpático, me llevó sin darme excesiva conversación y encima no me cobró!

Capítulo 2: La casa

La señora de la casa es una amable, simpática viuda. Vive con su enorme hijo de 30 años que parece un hooligan y no se entiende una palabra de lo que dice. Tienen un perro raza Jack Russell (parece ser que el origen de esta raza es cazar ratas, ya les he dicho que no acerquen el chucho al McDonalds), que es estupendo y le he caído muy bien.

La señora nos hace la cena, que suele estar bastante bien y nos da cosas para el desayuno, como cereales o tostadas (lo del desayuno ingles parece estar en desuso). Cuando llegué tenía en mi afeminada habitación (eh, pero tiene tele) una lista con los 10 mandamientos de la casa, en general bastante insulsa, pero tiene una línea buena, traduzco del inglés:

- Si alguna vez no os puedo preparar la cena, la dejaré lista para su recalentamiento en el microondas (abrir puerta, comprobar comida, cerrar puerta, colocar dial en 3 minutos, pulsar boton verde, abrir puerta, comer)

En la casa viven dos estudiantes más: un ruso de unos 40 años que casi no habla ingles y aun encima es un poco timido, asi que hay que echarle una mano de vez en cuando. No se si me cae bien o no porque la verdad es que casi no habla, pero parece buena persona. Se va a quedar dos años aqui para aprender ingles, debe ser un ruso forrado de esos. Después está Joanna , que es polaca y es muy maja, tiene sobre 30, habla inglés más o menos como yo y además vamos juntos
a clase y por ahí a hacer turismo.

La casa no está mal, pero ya estoy mirando un poco a ver si puedo irme a un piso compartido o algo así. Lo precios son altos, pero tampoco mucho, así que es factible. El problema es que no se mucho de la ciudad y sus zonas así que necesitaré un poco de ayuda.

Capítulo 3: Las clases

La academia está en una zona de Londres céntrica, pijilla y llena de academias de inglés. El edificio es grande y absurdamente complicado, me pierdo todos los días, sin excepción, y siempre encuentro más gente perdida mientras tanto. Por ejemplo, para una de mis clases (sala 6) tengo que subir una escalera, entrar en la sala 5, buscar una puerta semioculta en la pared y después atravesar dos puertas más. Hay puertas que no llevan a habitaciones, sino a otras escaleras, los servicios están puestos de una manera maligna, como para que cuando necesites uno urgentemente sufras, etc, etc. La escuela es tirando a chicos bien, y hay gente de casi todas las nacionalidades. En mi clase somos tres japoneses, una suiza, dos franceses, una polaca, una
ucraniana, dos chinos y yo. A los chinos no hay quien les entienda.

Esta semana hemos tenido un profe muy simpático que se llama Ed. La semana que viene se tiene que ir y como pronto se va a vivir a Madrid (que casualidad, eh?) no estará más. No obstante, tenemos aficiones muy parecidas así que me ha dado su correo y estos días quedaremos y me enseñará interesantes emplazamientos londinenses, como clubs de jazz y cosas así.

Capítulo 3: Londres y los precios

Pues si, Londres es extremadamente caro. El abono mensual del metro me ha costado casi 30.000 pelas. Algunos museos son gratis, pero en otros te clavan 5.000 pelas y se quedan tan panchos. Y luego está la regla de las milpelas (así, todo junto). Todo cuesta milpelas (4 libras). Hay poquísimas cosas que bajen de eso. Por ejemplo, 4 latas de cerveza cuestan milpelas en un supermercado. 4 pilas para la cámara de fotos, milpelas. Una caja de tiritas, adivínalo. En fin, de primera impresión, muy caro. De todas maneras me da que con un poco de esfuerzo se puede hacer vida barata, hay mucha diferencia de precios de unos sitios a otros. Una sandwich en Pret-a-manger cuesta 2.80, el mismo en tesco, aunque sabe un poco peor, cuesta 1.55. Por otra parte, cosas como los discos, libros, dvds o incluso la ropa son como en España más o menos. Y hay muchisimas tiendas de segunda mano con precios muy asequibles. Cenar fuera es más o menos igual, muchos sitios son de 20 libras (5000 pelas) para arriba, pero buscas un poco y comes por 10 libras en un sitio casi igual.

Capítulo 3: Londres

Estos días he dedicado casi todo el tiempo a visitar sitios de visita obligada, como el palacio de Buckinham, la Tower of London, el Big Ben o la abadía de Westminster. Están muy bien, pero no me extiendo en esto.

Aún no conozco mucho la ciudad, pero he dado una vuelta por el Soho y me ha gustado mucho. Es como una mezcla de pubs, restaurantes exóticos, sexshops, teatros, cines, mercadillos, tiendas de discos y bares fashion. Supongo que forma parte de mi tendencia natural a sentirme atraído por los ambientes extraños y/o sórdidos.

Respecto a "oferta cultural".... la leche! Le echas un vistazo a TimeOut (la típica revista de ocio) y prácticamente hay un concierto interesante al día. Y no pequeños, en plan Morrisey, PJ Harvey, Hives, Divine Comedy, etc. Si quisiera ir a todos los conciertos que me apetecen no tendría tiempo ni por supuesto dinero (precio standard 24 libras = 6 mil pelas). Cines hay muchos y de todo, desde comercial hasta estilo cine studio, con retrospectivas, etc. Teatro hay una barbaridad (por ejemplo, creo que ahora hay 3 representaciones diferentes de Chicago, una imprescindible con David Hasselhoff). Vamos, que por eso que no falte.

Capítulo 4: El inglés

Pues a ver. No tengo ningún problema hasta ahora para comunicarme. Con más o menos repeticiones (normalemente pocas o ninguna) puedo hablar con cualquiera, y siempre se hace entender uno. Lo que pasa es que se habla a dos por hora, y intentar tener una conversación interesante (no digo que tuviera muchas en español, es un ejemplo) es engorroso porque al pensar a la vez que hablar pierdes vocabulario y acabas hablando como los indios. El problema es que para pasar de este nivel "medio" de inglés, que llega para muchas cosas pero no para
trabajar o tener amigos homo sapiens que no hablen español, a uno en el que, aunque sea con horrible acento, puedas tener comunicacion fluida con las personas, es bastante dificil. No tanto dificultad como tiempo, y no se cuanto. Habrá que ir viendo.

Epílogo:

Hoy ha llegado Muriel (una amiga). Está como una regadera. Los mensajes al móvil me los manda en inglés, para practicar. Hemos quedado un rato, habla mejor inglés de lo que pensaba.

En general, esto es divertido. Todo es como un poco absurdo, pero cada día me gusta un poco más. Y aún faltan por ver un montón de cosas!!!!!!

Me despido. Proximamente.... mas