jueves, noviembre 30, 2006

La última cruzada

Hoy he dado el último paso, realmente simbólico, de algo que va a cambiar bastante mi vida y, con un poco de suerte, la miserable frecuencia de actualización de este blog. Hoy he recogido mi pasaporte de la ventanilla número 5 del departamento de inmigración de la embajada de Japón en Londres, estampado con un visado que me autoriza a trabajar en el país y que sella definitivamente mi decisión de irme a vivir allí.

Se que la mitad de los que leeis esto ya lo sabíais, pero a las cosas importantes hay que darles un toque un poco dramático no? Bueno, para los que no lo sabíais, va totalmente en serio. He encontrado y aceptado un trabajo como informático en Tokyo y me voy a vivir allí aproximadamente a finales de Enero.

Las razones por las que me voy son numerosas y variadas. Por ejemplo, absoluta irresponsabilidad, incapacidad de compromiso con un lugar concreto y gusto por las situaciones que incluyen problemas comunicativos. También porque es un país que me ha atraído desde siempre, que me ha encantado (pongo esta palabra porque me resulta cursi poner “enamorado”) cuando estuve y también porque mi novia vive allí desde hace un año y la verdad es que la distancia y el tiempo empezaban a incordiar un poco. No estoy seguro de qué conjunto de razones pesan más, pero estoy más orgulloso del segundo.

Aún no soy muy consciente de todo lo que supone irse a vivir a un sitio tan lejano y diferente, y supongo que por mucho que me cuenten o que imagine muchas cosas las descubriré sólo cuando esté allí. Inglaterra es un país europeo (que no me oigan), con unas costumbres y cultura más o menos parecida a la española, y aún así cuando te vienes a vivir aquí no sabes realmente como te vas a encontrar ni si vas a poder hacer un balance positivo entre las ventajas e inconvenientes (hay que tener en cuenta que la comida es un como una especie de pesa de plomo en la parte de los inconvenientes). Tratar de imaginar la vida en Japón es casi ciencia ficción. Aún así creo que tengo una ligera idea de algunos de los problemas que mucha gente encuentra allí y está claro que cualquier estrategia de éxito pasa por un enorme esfuerzo. El primer esfuerzo y quizá el más obvio es aprender esa locura morbosa en forma de lenguaje llamada japonés. Creo que no lo he comentado nunca en el blog, pero llevo casi un año en clases y bueno... es un poco como un iceberg: cuando crees que hay un montón de problemas sobre el agua en realidad la mayoría aún no los conoces. Realmente no me extrañaría que el idioma influyera de alguna manera en la tasa de suicidios del país... Ahora en serio, el idioma es un buen ejemplo de que uno tiene que hacer esfuerzos muy grandes para poder encontrar su sitio en un país así. No es imposible (esto está por demostrar) pero hay que mentalizarse. Supongo que también encontraré hábitos y comportamientos muy diferentes a los que estoy acostumbrado. Esto es algo que ya se puede intuir yendo de turista o leyendo un poco, pero hasta que no eres parte del engranaje social no lo percibes realmente. Por poner un ejemplo cercano, no se puede subestimar lo deprimente que es el metro de Londres y un fin de semana aquí, aunque te lo pases encerrado en un vagón, no puede describir la experiencia de sufrirlo durante años.

Sin embargo, yo creo que las ventajas superan ampliamente a los inconvenientes, y cuanto mayores son los problemas y dificultades mayor es la recompensa (¡no os riais coño, como no piense así no hay manera!). Por ejemplo, aprender un idioma es mucho más que poder preguntar direcciones, es una puerta abierta a una toda una cultura, y aprender un idioma como el japonés lo es a una normalmente más difícil o a la que menos gente tiene ese tipo de acceso. Conocer y comprender la mentalidad y costumbres de un país como Japón es enriquecedor, nos saca mucho más de nuestro marco habitual, nos ayuda a entender que no todo es como esperábamos. Y además, y no es lo menos importante, ¡no os imaginais cuanto mejor es la comida en Tokyo que en Londres!

Pero bueno, hay mucho que hablar sobre Japón y mucho más por venir. Ahora mismo la verdad es que estoy más concentrado en cerrar capítulos aquí y aprovechar para hacer cosas que tenía pendientes. La verdad es que una de las cosas más difíciles de cambiar tanto de sitio o en general de dejar el lugar donde vives son las despedidas. Uno llega a odiarlas y si eres un extranjero viviendo fuera vives rodeado de ellas. Primero, uno vuelve a casa por navidad y demás fechas señaladas o vacaciones. Esto implica despedidas cuando te vas, además de darte cuenta de que cuanto más tiempo pasa más tiempo y distancia pones entre ti y tus amigos de toda la vida (aunque un buen amigo lo es siempre, como una buena hernia o una buena cicatriz). Después una ciudad como Londres implica gente de todas partes que suele venir por razones concretas y que es fácil que o ya vengan por un tiempo determinado o que se vayan a otro sitio en algún momento, con lo que es común que los amigos que haces aquí se vayan o se vuelvan, o que te vayas tú. Eso suman más despedidas (y además da una sensación de temporalidad a muchas relaciones personales). Supongo que habrá gente a la que todo esto no le importe tanto pero yo personalmente no le cojo mucho apego a los sitios sino a las personas y francamente, es un palo tener que ir diciendo adiós cada poco tiempo. La otra cara de la moneda es que siempre conoces gente nueva, pero todos sabemos que la mayoría de la gente es idiota, así que estadísticamente hablando, conocer gente suele ser una experiencia decepcionante.

Volviendo la vista atrás, en estos casi dos años y medio que he estado en Londres ha habido de todo. Cosas buenas y otras no tanto pero en general ha sido una experiencia que ha valido mucho la pena. Había pensado en poner una lista resumen de las diferencias que he visto con España, que cosas están mejor y que cosas están peor pero siendo sincero conmigo mismo, jamás encontraría la energía para hacer algo así y además no es algo que se pueda poner en una lista tan fácilmente. Londres es una ciudad en la que uno tiene que encontrar lo que le gusta hacer, puedes hacer casi de todo, pero hace falta ser una persona activa. A veces cuando hay demasiadas posibilidades acabas por no hacer nada o por no decidirte. Es como esos restaurantes que tienen 135 platos en el menú, lo más normal es que no llegues a leer ni el primero y acabes preguntando si no tienen un menú del día.

Yo me llevaré muchos recuerdos, recuerdos de paseos por la orilla del Támesis, de tardes enteras en tiendas de libros y discos, de vagar por el Soho, de entrar en el museo británico y quedarme mirando el techo, de cerveza y risas en pubs, de seguir a mi novia por los puestos del mercado de Spitalfields, de sudar del picante de la comida, de los rascacielos y los buses de dos pisos, de las fiestas, de los días en casa, de los viajes, de la gente e incluso del metro.

Supongo que a partir de ahora escribiré sobre Japón, sobre la vida allá, sobre temas interesantes a veces y chorradas que a nadie importan la mayoría, un poco como siempre, pero ahora más cool porque lo haré desde más lejos. Supongo que allí me pasarán diariamente cosas raras como para llenar páginas y páginas, habrá que ver si puede más el ansia divulgativa o la pereza (hasta ahora ya sabemos quién va ganando). Espero al menos subir un poco la frecuencia de actualización (esto lo digo con timidez).

Estos próximos días hasta que me vaya los pasaré trabajando en la nueva empresa pero en la oficina de Londres y seguramente en España en navidad. Después cogeré un avión que me dejará en la capital del imperio nipón. Una vez allí, sin más dilación reanudaré la búsqueda del Santo Grial. Parece que no estaba en Londres, y no se si lo encontraré algún día pero no por ello dejaré de buscarlo. La próxima pista me lleva lejos, muy lejos, hacia el este, siempre hacia el este...

martes, septiembre 05, 2006

Alta fidelidad

Esta mañana decidí que quería comprarme unos auriculares buenos. Últimamente he notado que los uso mucho; a veces me gusta escuchar la música alta y me suelo acostar tarde. Además los que tenía eran de esos que se agarran a las orejas y al par de horas de usarlos el dolor es tan espantoso que me di cuenta de que me estaba dejando el pelo largo solo para amortiguarlos un poco. La lógica nos dice que si usamos algo mucho, no está de más invertir en un algo de calidad. Además tengo que cortarme el pelo.

¿Qué es lo que hace todo informático que se precie antes de comprar algo, sea lo que sea? Efectivamente, se lee 300 páginas web sobre el tema, especialmente foros donde gurús sobre el tema nos enseñan todos los secretos. Lo que interesa es encontrar un sitio o varios en los que se hable a “nivel pro”. Uno distingue algo “pro” cuando:

- De entrada no conocemos casi ninguna marca o modelo
- Se echan pestes de lo que más se vende o es más popular y sería nuestra primera opción si no hubiéramos leído esa web/foro (veis por eso hay que investigar!)
- En general todo es caro, y de lo que más se habla es lo más caro aunque en principio todo el mundo admite que solo un 0.1% de la gente que lo use sería capaz de notar la diferencia
- La web o foro tiene un diseño ultracutre, que parece sacado de 1993. Esto es opcional pero da puntos

Una vez localizada la web víctima, nos pondremos a leer ávidamente. En cinco minutos sabremos las bases. En diez minutos conoceremos las marcas y modelos. En quince estaremos hartos de los malditos dependientes de las tiendas que no tienen ni puta idea. En 20 nos reiremos de los pardillos que entran al foro a preguntar tonterías de principiante.

Los foros son un ecosistema en si mismos. A veces es difícil no sorprederse ante la cantidad de gente que hay al parecer dedicada en cuerpo y alma a absolutamente cualquier tema que se nos pueda ocurrir. Nosotros llegamos al foro y de repente somos saturados de una cantidad ingente de marcas, siglas, opiniones, prejuicios. Los primeros momentos son siempre mágicos: un nuevo mundo se abre ante nosotros, y estamos justo en el sitio donde los maestros de ese mundo expresan sus opiniones con ardua pasión. Hay algunas cosas que son comunes a casi todos estos tipos de foros. Por ejemplo, el primer susto nos lo llevamos con el número de mensajes que alguna gente lleva escritos (en cada mensaje de un usuario de un foro suele venir el número de mensajes de ese usuario). ¿19.000 mensajes? ¿Es eso posible? ¿Y, asumiendo que es posible... es sano? Normalmente la gente con muchos mensajes ya se conocen entre ellos y han establecido una especie de cultura forera que los iniciados pronto imitan. Tics comunes incluyen, por ejemplo, ponerse una firma con una enorme lista del equipo que tienes, que se repite cansinamente en cada mensaje que escribes. Esto es algo así como “pues la mía es así de larga”. En los foros de auriculares es algo así como:

Fulanito (12,472 posts) ha escrito:

Tíos estoy deseando probar el nuevo DBH502, lo acabo de encargar. Quiero ver la diferencia con mi DBH501

-------------------------------------------- <- firma
Equipo para casa: Altavoces LOSTIA 100.000W + Ampli LAPERA 500Wx2
Equipo para la oficina: iPod 60gb + ampli 2v2p 33.1ª + AKG DBH501 + cafe expresso
Equipo portable: iPod nano 4gb + Sennheiser 555porelculotelainco
Equipo cuando me baño: Creative mp3 sumergible + waterproof Technics 212.1 (tuneado)


Otra cosa muy común son los avatares temáticos. Un avatar es un pequeño gráfico que sale junto a tu nombre de usuario y se supone que te representa de alguna manera. En el foro de auriculares la gente tenía fotos suyas con auriculares enormes. Otros, menos atrevidos, ponen fotos de modelos o actrices famosas que algún paparazzi despistado tomó mientras estaban escuchando música plácidamente con sus cascos. Por cierto, no vi a ninguno con una foto de la princesa Leia pero para mi sería la opción más obvia (así que seguro que por eso nadie se lo pone).

Por supuesto, estos foros son fuertemente elitistas, aunque la gente suele ser bastante accesible y les encanta compartir su información (yo si supiera tanto de altavoces estoy seguro de que también estaría deseoso de compartirlo). Un novato que entre preguntando será normalmente bien recibido aunque muchas veces un poco ignorado debido a que habrá hecho una pregunta contestada 100 veces. No obstante si se te ocurre mencionar el modelo maligno verás a los veteranos del foro en acción. El modelo maligno es probablemente el modelo más popular del mercado, que todos los amateurs (amateur es un término que todos los amateurs que pueblan los foros usan despectivamente para referirse a todos los que no son ellos pero que dicen entender del tema) fardan de tener ante la gente “normal”. En el caso de los auriculares la víctima son los Bose Triport (los que venden en las tiendas Apple), basta mencionarlos para conseguir un buen número de respuestas variando entre condescendientes y sarcásticas (en el fondo les encanta).

Lo mejor de todo es que es bastante difícil sacar ninguna conclusión después de leer este tipo de foros un buen rato, y muy frecuentemente acaba uno más liado de lo que empezó. Esto es porque lo que nosotros creíamos que era una cuestión técnica en realidad es una valoración personal subjetiva muy similar a la opinión que puede tener uno de un cuadro o una canción. Muy pronto acabas preguntándote si no merece la pena pagar un poco más para arañar 2Hz más a los bajos y tener ese ohm menos de impedancia, aunque en realidad tampoco sabes muy bien que es nada ni mucho menos has visto de cerca un ohm. Después de haber estado en esta situación ya varias veces, hay una regla que me suele funcionar: comprar el más barato. Normalmente todo de lo que habla esa gente es bueno o muy bueno. Es más, seguro que tendrían problemas para percibir la diferencia entre el más caro y el más barato, así que el más básico está a años luz de lo que nosotros pobres mortales podemos llegar a discernir. En realidad muchas veces se trata más de “tener el mejor” y de masturbación técnica que de resultados, así que es mejor ahorrarse algo de pasta.

Es por cosas como estas por lo que amo internet. En internet tenemos multitud de mundos para explorar a solo un par de clicks. En internet encontramos a gente que es capaz de hablar con una pasión desmesurada sobre cualquier cosa, auriculares, cámaras, abrelatas, coches, porno... para ellos dejan de ser objetos normales y cotidianos y se convierten en un hobby o incluso un modo de vida. Nosotros tenemos la posibilidad de ir ahí y compartir eso, y aunque solo una pequeña parte se pegue, nunca seremos capaces de mirar igual a nuestros auriculares o abrelatas: a partir de ahora serán una obra de artesanía, un pozo de sabiduría, un objeto de deseo.

Yo por mi parte soy el nuevo dueño de unos flamantes auriculares Grado SR60. Suenan tan bien que me parece escuchar nuevos instrumentos en mis canciones preferidas. Estoy redescubriendo la mayoría de la música que tenía por ahí. Y además, han sido más baratos que esa mierda amateur del Triport.



Agradecimientos:
- A toda la gente que escribe en foros

domingo, junio 11, 2006

Tora tora tora!

Hoy he perdido la última batalla de una larga guerra. He luchado contra un enemigo más fuerte, más grande y, lo que al final le ha dado la victoria, más paciente. No obstante he encajado bien mi derrota y pensándolo bien, en cierto modo yo luchaba en el bando de los malos. Este post es la crónica de esa guerra.

Una de las cosas más caóticas de Inglaterra son las facturas. Creo que ya lo he contado alguna vez, pero esta vez me voy a extender un poco más. Lo primero que choca es que en este país se usan cartas para casi todo. Las facturas te las envían por carta, las tarjetas de crédito, hasta los contratos de trabajo, que tienes que firmar y devolver (cuando estás todos los dias trabajando en la misma oficina que el que te lo envió)! Casi toda la burocracia funciona por medio de cartas, recibes cartas, mandas cartas. Hoy en día esto casi resulta exótico. Incluso un pueblo primitivo y salvaje como los españoles tenemos claro que eso de las cartas es una mierda, son terriblemente fáciles de perder, lentas y además si te mudas un auténtico dolor de muelas el cambiar todo al nuevo domicilio. Da la impresión de ser un residuo de la época del imperio (que nostálgicos son), pero el caso es que se siguen usando cartas para casi todo.

Especialmente bizarro es el tema de la facturas. Más aún si lo unimos al hecho de que aquí no tienen DNI. Todo depende del nombre y la dirección a la que te envían la carta en cuestión. Incluso puedes dar un nombre falso, que no pasará nada, para ellos serás un nombre falso y una dirección y nada más. No hace falta ser muy ingenioso para imaginarse el número absurdo de nombres falsos y facturas impagadas que hay por aquí. Ni siquiera hace falta usar un nombre falso, porque un nombre no es prueba de nada y además puede haber decenas de personas con el mismo nombre en una ciudad como esta. Uno puede pensar que bueno, al fin y al cabo, puede que no nos puedan localizar, pero no pagar el agua suele ser sinónimo de no tener agua, lo cual nos impediría hacer té, que no puede ser. Pero ni eso! Por ejemplo, a nuestro piso, en el que ha vivido bastante gente en los últimos años, nos han llegado facturas de un año de impago del agua de los anteriores inquilinos. Un puto año! Como no me creo que estuvieran un año sin hacer té, deduzco que las compañías no dedican mucho tiempo a estas cosas. Sí, llegan cartas de amenazas de juicios y cosas por el estilo, pero no les cortaron el agua. Me imagino que la empresa de agua o del gas deben de tener tantos millones de impagos que solo pensar en perseguirlos un poco más en serio que unas cartas les costaría más que dejarlos correr. Yo creo que es todo culpa de no tener DNIs, pero aquí siguen en contra (jeje, que pillos).

Nosotros decidimos pagar las facturas desde el principio. Como buen español me sentí un poco tonto pagando algo que podría evitar, pero cuando uno vive en un país tiene que adoptar sus costumbres. La única que no quise pagar fue la del Council Tax. El council tax es un impuesto que se paga todos los meses al ayuntamiento por vivir donde vives. Un impuesto un tanto sospechoso y que uno no ve muy bien para que sirve, y que además es caro. El caso es que yo en aquel momento vivía con otros dos compañeros que eran estudiantes y si eres estudiante no tienes que pagar council tax, así que los dos se lavaron las manos y al final quedé yo solo cual David ante el Goliat de la administración pública. Todo esto me cabreó bastante, yo no veía ninguna razón para pagar aquello, sobre todo cuando la casa no es mía. Así que decidí iniciar la guerra: si querían que yo pagara tendrían que pasar por encima de mi cadáver.

Cuando uno pelea contra una organización tan grande y maligna como una administración pública tiene que tener claro cuales son sus armas. Las mías eran básicamente la capacidad de inventarme las mentiras más gordas. La lucha se prolongó durante varios meses. Tuve que usar diferentes técnicas y estrategias, pero parecía que al principio yo me ponía en cabeza. Lo primero que hice es llamar y decirles que yo ya no vivía en el piso a pesar de que el ayuntamiento está a 40 metros escasos de mi casa y todas las demás facturas seguían a mi nombre. Me llevó muchos días, llamadas telefónicas y dolores de cabeza convencerlos, pero lo conseguí dándoles un par de direcciones inventadas por el camino. El momento más bajo de toda la guerra fue cuando un día llamaron al timbre y fui a abrir. La conversación con la chica que estaba al otro lado de la puerta fue más o menos así:

- Hola
- Hola
- Quien eres?
- Soy una inspectora del council tax
- Mierrr…. Esto… ah, estupendo, en que puedo ayudarla, quiere un té?
- No, soy alérgica a esa mierda. Cuando era pequeña me salían bultos terribles cada vez que me bebía un té. Estoy aquí para hacer una especie de censo.
- Euhmm, genial, me temo que no podré ayudarla mucho en eso, malamente puedo contar. Con su permiso, hasta lue….
- No tan rápido, vaquero. El tema es que estamos teniendo muchos casos de fraude de identidad y estamos comprobando que la gente que vive en la casa es la que tenemos en nuestras listas
- (fraude de identidad, suena bien) Que mala suerte, justo hoy no hay nadie en casa, solo estoy yo (espero que no se oigan los ruidos de mis compas de piso jugando al monopoly en la habitación de al lado)
- Vale, bueno, rellena esta lista con la gente que vive ahora mismo aquí
- A ver… uhm, ya está
- Pero aquí has puesto 2 personas y me sale que en este piso viven 3
- Ya, es que estamos alquilando la habitación que falta, todavía no ha venido nadie. Creemos que es porque el anterior inquilino, un tal Pablo, la ha dejado muy sucia y ahora nos cuesta alquilarla con ese olor.
- Bueno, y tu eres? (mirando la lista)
- Yo soy Alfonso, lo tienes ahí abajo. Soy estudiante así que no pago council tax
- Alfonso, eh… Eres español no? Puedes firmar aquí?
- Si, soy de León. Un sitio precioso en esta época del año, deberías ir. Nadie bebe té allí. (Escribo Alfonso en la hoja de papel y después lo tacho varias veces como intento de firma. Esto prueba una vez más que todo esto de las firmas es una estupidez desorbitada)
- Uhmm, tengo una duda…
- Uy, que se me quema la cena
- (portazo)

Lo mejor es que Alfonso hacía como seis meses que ya no vivía en la casa.

Conseguí librarme con trucos baratos como este durante casi un año. Cuando renovamos el contrato el Noviembre pasado los terribles imbéciles de nuestros caseros les enviaron una copia del mismo a los chupasangres del ayuntamiento y a los pocos meses llegó una nueva factura del council tax a mi nombre. Me imagino las risas y cachondeos que habrá habido en el ayuntamiento a mi costa. No obstante no han investigado acerca del periodo en el que supuestamente no vivía aquí. Tan solo la factura, acompañada de una carta muy educada explicándome los diferentes métodos de pago. Creo que era algo como una petición educada de rendición unilateral: acepta la derrota y paga y lo dejamos aquí o sino atente a las consecuencias. En ese momento yo ya acusaba las bajas y me sentía como si hubiera estado en mi propio Stalingrado. No valía la pena seguir la lucha, al final ellos siempre ganan. Además quien sabe, quizá con el dinero que yo pago de council tax un niño estudia en una escuela mejor o pueden arreglar un boquete del suelo, quizá esté haciendo una buena acción después de todo. Así que cogí la factura, fui a un banco cercano y pagué, aceptando con este acto simbólico la derrota definitiva y mi rendición. Tras un año de guerra, todo volvía a su curso natural.

Hace un par de días llegó una nueva carta del council tax. En ella el ayuntamiento expresaba su gratitud por el pago, informandome un poco de las nuevas iniciativas que había y me comunicaban con gran júbilo que a partir de ahora podría pagar más facilmente gracias a la nueva tarjeta monedero del council. Adjunta venía una tarjeta amarilla con mi nombre impreso justo debajo de unas letras grandes que ponían COUNCIL TAX. Creo que nadie más aparte de ellos y yo ve la tremenda, terrible ironía de esa tarjeta. Ellos habían ganado y aun encima se permitían cachondearse en mi propia cara con ese insulto de plástico. He de reconocer que me dolió pero ya se sabe, en todas las guerras el ganador tiene ciertas ventajas y los derrotados tenemos que aceptar sus reglas.

jueves, abril 20, 2006

En el corazón del Imperio

La segunda parte de nuestro viaje empezo en la estacion Central de Tokyo, donde teniamos que coger el tren bala a Kyoto. Las estaciones mas grandes de Tokyo son de un tamaño absurdo. Si tenemos en cuenta que la estacion de Shinjuku es la que mas tráfico tiene del mundo, con mas de un millon de pasajeros diarios, nos podemos hacer una idea del tamaño, la intensidad y lo perdido que yo habría estado si no me hubieran llevado de la mano. Estas estaciones dan una impresion muy similar a los aeropuertos: tienen las mismas cintas mecanicas, tiendas de libros y comida, etc. Eso si, todo sale a su hora: no he visto ni un solo tren en Japón que no llegara al segundo exacto previsto. Como para reirse de lo de la “puntualidad inglesa”



Nos acomodamos en nuestros asientos del tren rodeados por un montón de ejecutivos japoneses, que son algo así como la versión moderna de los samurai, la clase guerrera, con corbatas en vez de espadas y trajes en lugar de armaduras. Por cierto, ¿soy yo el único que pensaba que el tren bala funcionaba sin ruedas, solo con inducción magnética? Me lleve una sorpresa y mi novia se rio de mi cuando se lo dije. Al parecer ese tren existe pero solo hace una ruta especial. El tren bala o Shinkansen es un tren normal, solo que bastante mas rápido y es lo más usado para moverse dentro de Japón. Ademas en cada nueva versión del tren son capaces de aumentar la velocidad y la calidad del servicio (si el software funcionara igual!).

El viaje en si es cómodo y se ven paisajes interesantes. Japón es un país bastante diferente a Europa en muchos aspectos, pero a veces algunos son bastante sutiles y resulta difícil darse cuenta. Por ejemplo, los bosques resultan un poco extraños a la vista, seguramente por el bambú. Es una pena que fuera pleno invierno y no haya podido ver uno de los acontecimientos mas importantes e interesantes de Japón: la primavera. En Japón todo el mundo espera ansioso la llegada de la primavera y observar las flores de cerezo es una especie de deporte nacional. Bueno, podemos decir que es una puerta abierta a un segundo viaje.

La llegada a Kyoto es bastante rara y posiblemente diferente a lo que uno espera: la estación es un edificio enorme y muy moderno que choca bastante con la imagen de ciudad tradicional que uno espera encontrar. Por supuesto, como en casi todos los edificios japoneses, en la estación hay 2 hoteles, 14 restaurantes, 2 oficinas de turismo y alguna que otra tienda de souvenirs. La parte de Kyoto que rodea a la estacion es levemente decepcionante, la verdad es que la ciudad no parece gran cosa si uno solo ve eso, y desde luego no te prepara para lo que viene despues.

Para recorrer Kyoto, cogimos un tour guiado en ingles. La verdad es que fue genial y se lo recomiendo a cualquiera que vaya. En Kyoto hay unos 2000 templos, así que salvo que uno tenga claro lo que quiere ver es fácil meter la pata. Ademas los mejores estan bastante diseminados asi que en el tour ves lo más interesante mucho mas rápido, con el añadido de que el guía da explicaciones bastante interesantes sobre historia y cultura japonesas. También tiene gracia ver a todos los turistas americanos haciendo preguntas y poniendo caras raras ante la comida japonesa.



Kyoto es una ciudad que da la impresión de estar sumergida en naturaleza. Está en una especie de valle, rodeada de montanhas cubiertas de bosques por todas partes menos una, asi que casi dondequiera que mires la calle termina en árboles. Esto da una sensación muy especial a la ciudad que encaja muy bien con el caracter tradicional y religioso. Muchos de los templos estan en partes altas, dándote la impresión de que peregrinas hacia ellos y te recompensan con vistas impresionantes de la ciudad desde lo alto.

Nos pasamos el dia viendo los templos budistas mas importantes, así como los palacios del shogun (antiguo gobernador militar de Japon) y el emperador. En todos estos lugares se respira paz y tranquilidad. Yo me imaginaba en kimono dando un paseo por los jardines zen, parándome a escuchar el murmullo de una pequeña cascada. Los sitios invitaban a ello. Me pregunto hasta que punto Japón o el resto del mundo en general ha ganado en calidad de vida...



Por la tarde fuimos a dar un paseo por Gion, el distrito de Kyoto donde tradicionalmente viven y trabajan las Geishas. Después de 200 libros, películas y en general el boom de la estética oriental, iconizado en la figura de la Geisha japonesa, a uno no le extrañará que las pobres estén hasta los santísimos cojones de los turistas. Hay incluso tours con guía que te llevan a sitios en los que suele verse alguna a veces para que en caso de que asome la nariz un palmo la puedas acosar cual paparazzi. Además quedan muy pocas y las famosas casas de te, donde trabajan, son lugares absolutamente vedados: no puedes entrar salvo que tengas un “patrón”. De todas formas Gion vale la pena, es el tipo de barrio que uno espera encontrar visitando Kyoto: calles estrechas con edificios de madera, gente con kimono y zuecos, una lejana melodía de shamisen... Después de pasear un rato (tampoco es un barrio muy grande) fuimos a un restaurante de la zona en el que confirmé que sentarse en el suelo es muy auténtico pero algo incómodo y que no se entiende como los japoneses están tan delgados con la cantidad de comida que te sirven si pides un menú. Camino al hotel, estaba intentando contarle un chiste español a mi novia (no lo intenteis, no funciona) cuando de repente me tiró fuerte de la manga de la chaqueta. Yo ya iba a pedirle perdón por el chiste cuando miré al frente y la vi. Pasos cortos, un kimono inusualmente elegante, un peinado perfecto y una cara pálida, demasiado pálida para ser real, cruzada por unos finos labios rojos. Me quedé quieto, como hipnotizado y ella me hizo una reverencia. Sin saber muy bien que hacer, pero dándome cuenta de lo especial del momento, le sonreí y la geisha se alejó y se perdió en una de las calles contiguas. Nos fuimos al hotel dando un paseo, con la sensación de que habíamos vivido un día irreal, fantástico.

Estuvimos en la antigua capital del Imperio un par de días más. Después partimos hacia Nara, una ciudad cercana. Dejar Kyoto no es una cosa que me apetezca hacer todos los días, es una ciudad única, maravillosa y que no os deberíais perder si en algún momento, por casualidad, pasais a menos de 1000 kilómetros. Nara está también muy bien. Es muy curioso, pero está llena de ciervos. Están en todas partes, sueltos por la calle, alrededor de los templos y vagando por los jardines. La verdad es que son bonitos y quedan espectaculares en las fotos pero al final hay que pasar una cantidad de tiempo no despreciable evitando pisar sus “regalitos” y además como se den cuenta de que llevas comida son unos pesados.



Los últimos días en Japón los repartimos entre visitar a los padres de mi novia, que nos llevaron a ver el mar y unos pueblos de pescadores y dar un último repaso a Tokyo, cantar en un karaoke y tomar una copa en el bar donde rodaron Lost In Translation. Yo ya estaba temiendo el síndrome postvacacional.

En el viaje de vuelta me tocó al lado en el avión un informático. Nada más sentarse se quedó dormido. Se despertó por primera vez dos horas después cuando trajeron la primera comida. Se la comió en el tiempo en el que yo decidía si atacar la ensalada con tenedor o palillos y se volvió a quedar frito. Otra hora más tarde se volvió a despertar, sacó un portátil, se puso a mandar mails y a modificar un par de excels y a los pocos minutos se volvió a quedar dormido. Durante las siguientes 8 horas estuvo despertándose cada media hora para mandar otro mail, borrar una línea de un fichero o comerse la cena en 10 segundos. Yo, por mi parte, ante su actitud absurda intenté ver alguna película. Vi Harry Potter 4 (no sabía que había tantas), que a pesar de sus personajes tontos y exagerados, de estar llena de tópicos teen americanos (tiene un “baile del instituto” y todo) y de ser vergonzosamente previsible, me pareció más entretenida que la que vi en segundo lugar: La novia cadáver, valiente bodrio.

De paso, un pequeño inciso: Estoy hasta los huevos de Tim Burton. Estoy hasta los huevos de sus películas aburridas con canciones ñoñas pero de las que es fácil hacer muñecos y bolsos. Corolario: estoy hasta los huevos de los muñecos y los bolsos de Pesadilla antes de navidad. Y me está cargando ya su estética gótico-disney totalmente sobreusada y empalagosa. Y la sistemática falta de calidad de sus últimas películas, con argumentos tramposos, idiotas e infantiles, que demuestran que el tío lo único que hace es vivir de rentas de la fama que le han dado dos películas, ponerse gorras ridículas y estafar y reirse de un montón de chavales que se compran subnormalidades profundas directamente enfocadas a marketing de muñecos como la Ostra esa. Tim Burton déjanos en paz antes de que dejen de gustarnos hasta tus películas que valen la pena. Y, por favor, deja de ponerte esas gorras.

Tras la sesión de cine, una siesta y unas 100 páginas de libros varios aterrizamos por fin en Londres. Las moquetas me esperaban de nuevo. Seguí el camino para europeos en el control de pasaportes. Las caras de la gente se me hacían raras, pensaba todo el rato, que raro, no se suelen ver tantos gaijin... se ve que mi cerebro no quería asumir su nueva situación. Subí al metro con una sensación extraña: yo no debería estar aquí. La gente colocaba sus maletas cerca de los asientos y trataban de dormir un poco. Cerré los ojos. El tren me llevaba a casa.

domingo, marzo 26, 2006

Lost in Translation

Estoy de vuelta. Ya he vuelto hace más de una semana, pero no he tenido tiempo suficiente a sentarme a escribir sobre el viaje a Japón. Los primeros pasos en mi nuevo trabajo y mis padres visitando Londres (pudieron comprobar cuan nefasto puedo llegar a ser como guía) me han tenido ocupado.

Todo lo que os puedan contar de Japón, incluido esto, no es más que una sombra de la realidad. Es difícil describir estar allí, hay una sensación especial que simplemente no se puede trasladar a palabras, o al menos yo no se como hacerlo. Japón es un país lleno de contrastes e incluso contradicciones, pero por alguna razón no consigo dar mucha importancia al “lado malo” de las cosas. Solo veo lo positivo. Pero bueno, da igual, aunque solo fuera por la comida valdría la pena.

El viaje empezó donde todos los viajes empiezan aquí en la capital británica: con un par de horas de transporte público londinense. Milagrosamente todo funcionó sin problemas, lo que me permitió llegar temprano al aeropuerto. Facturé y me fui a ver unas cuantas tiendas. Compré algunos dulces y te para regalos varios, me reí un poco de los precios desorbitados de las boutiques y me dispuse a comer la última guarrada en un pub que encontré por ahí. Como había bastante gente y pocas mesas, un tío con pinta de simpático me pidió permiso para sentarse conmigo. Nos pusimos a hablar y resultó que era informático y trabajaba en IBM. Sinceramente, ya hace bastante tiempo que tengo la teoría de que en torno al 40% de la gente son informáticos, hasta me da reparo decir en que trabajo cuando conozco a alguien porque tengo todas las papeletas de que él también sea informático y a partir de ahí la conversación parezca sacada de una reunión de la oficina. Bueno, no fue este el caso. El hombre era noruego y me estuvo contando cosas sobre la temperatura media de Noruega y los centímetros de nieve de las carreteras en invierno. Ya no me acuerdo de los detalles, pero hice una nota mental: en Noruega hace frío.

El avión despegó sin retraso. Me esperaba un viaje de 11 horas por delante. La verdad es que me asustaba un poco, había oído toda clase de historias macabras relacionadas con los viajes largos en avión: “Al estar tanto tiempo sentado la circulación de las piernas es defectuosa y te las tienen que amputar al aterrizar”, “El jet-lag es tan horrible que duermes durante una semana al llegar”, “Existe un riesgo alto de encontrar bolsas de aire y el avión se precipita cientos de metros, provocando ocasionales infartos entre el pasaje”. Pero también había oído que podías ver películas de vídeo gratis, y que muchas eran películas de cartelera, así que en realidad me hacía ilusión. Bueno, las películas no eran para tanto, una selección un poco rara (tenían el señor de los anillos 2 pero no las otras, y cosas por el estilo) y casi nada interesante. El viaje en si no se hace tan largo como uno puede esperar. Entre las pausas para comer y una siesta de vez en cuando, al final de la segunda película que ves casi has llegado. Las últimas horas son las peores, uno ya está nervioso deseando poner pie en tierra. Al aterrizar me dirigí a la zona de recogida de equipaje, esperé por mi maleta (mierda, todas se parecen!) y fui hacia la salida a la terminal. La puerta se abrió y un nuevo mundo apareció inmediatamente ante mi, lleno de símbolos ininteligibles, voces ininteligibles y mucha, mucha gente.



Tokyo es una orgía visual. Es la quintaesencia de las ciudades, hay todo lo que puedes esperar y pedir de un sitio así: Colas de ejecutivos clónicos esperando el tren, adolescentes vestidos con ropa surrealista, rascacielos de los que no se ve el final, tiendas de varios pisos especializadas en temas extraños y muchos letreros initeligibles iluminados por la noche. Un paseo por Shibuya o Shinjuku, las zonas más vibrantes del centro, dan un idea bastante aproximada del nivel de locura al que puede llegar la vida organizada del ser humano.



Aunque todas las ciudades grandes hasta cierto punto tienden a parecerse, Tokyo es diferente y chocante casi en cualquier cosa en lo que puede serlo. Para empezar uno se siente como un extraño todo el rato. A pesar de que Tokyo es una gran ciudad, supuestamente cosmopolita y blablabla, casi no se ven extranjeros. Uno se siente, digamos, exótico. Además es imposible saber que es nada o entender nada. Casi nadie habla inglés y el japonés no es precisamente un idioma que se pueda hacer uno una idea de lo que es un sitio leyendo un cartel. Esto es agravado aún más por la verticalidad: así como en Europa casi todo lo que vale la pena en un edificio está en la planta baja (comercios, restaurantes, etc.), en Japón se extiende en general a toda la altura del edificio. Así, un edificio típico de 15 pisos (si, los edificios “típicos” tienen 15 pisos) tendrá los 3 o 4 primeros de tiendas, 8 de oficinas y los más altos llenos de restaurantes. Lo que hay en cada piso está indicado por carteles en los laterales de los edificios, que dan un aspecto muy característico a las calles japonesas. No hace falta decir que es imposible leer estos carteles y da bastante pereza ir subiendo a todos los pisos para probar. Menos mal que yo iba siempre con Yuko, que me orientaba en ese océano de kanjis, pero un turista que no se informe bien seguramente pierda mucho tiempo o simplemente no vea muchos sitios interesantes



Los japoneses son dignos de observar. Los que tienen más de 23 años son casi todos iguales: traje, corbata y cara de agotamiento. Los más jóvenes son un catálogo de moda y tribus urbanas. No he visto nunca nada igual: no hay ni uno solo que no de una auténtica importancia a su aspecto físico, que no se note que ha pasado horas eligiendo la ropa y se haya gastado bastante dinero por el camino. Esto no quiere decir que sean ostentosos, de hecho muchos son bastante discretos, pero se nota que lo que llevan puesto está pensado más allá de lo que yo puedo entender. Muchos son imitación de modas occidentales, por ejemplo raperos o chicas vistiéndose como Destiny´s Child y dejándose la piel en el solarium para parecerse más a ellas; la verdad es que choca bastante ver a una japonesa más morena que un socorrista en Agosto, pero parece ser que es un boom ahora. Incluso los típicos otakus que lo único que hacen es leer manga y jugar al ordenador tienen una pinta tan desastrosa que tiene que ser calculada. Otra variante es el cosplay, gente vestida como personajes manga. Se ven de vez en cuando y son bastante espectaculares. Esto nos lleva al fenómeno del manga:

Allí el manga está por todas partes. Incluso en el supermercado del barrio más cutre de Tokyo podemos encontrar una sección de manga que dejaría en evidencia a la mayoría de tiendas de comics españolas. Mención aparte merecen las superficies dedicadas en exclusiva a este género, que provocarían espasmos de placer a cualquier fan occidental. Lo malo es que, evidentemente, todo está en japonés y además allí son bastante cuidadosos y lo tienen todo envuelto en plástico así que no puedes hojear nada. Un detalle significativo: aproximadamente el 50% del manga es erótico o pornográfico, y en el 50% restante es común que haya alguna escena picante, incluso en el manga para chicas. Aquí en europa ese manga no es raro, existe pero es un porcentaje pequeño del mercado. Allí no, de hecho sorprende bastante. Los argumentos y dibujos de estos mangas son tan enfermizos que resultan graciosos. En general los japoneses son bastante pervertidos, pero la verdad es que aún así siguen pareciendo inofensivos. Es como los chicos que se visten y tienen actitudes de “el malo del barrio”, pero siguen siendo tan educados y amables como todos los demás japoneses. A veces da la impresión de que no se los puede tomar muy en serio.

En la siguiente foto podemos ver un objeto bizarro donde los haya: un manga pedófilo que trae unas bragas de regalo. Y las bragas son configurables!!



Aparte de guarradas varias, también están obsesionados con los robots gigantes, los fotomatones, el pachinko (juego de azar similar a las tragaperras) y las recreativas que consisten en bailar, pulsar botones o tocar la batería.

La verdad es que a pesar de que la barrera del idioma es casi insalvable, y que uno no termina de entender muy bien la mentalidad a veces, yo me di cuenta de que me sentía bastante cómodo. A parte de que es un país muy limpio, seguro, civilizado y que la gente es muy educada, hay algo más, una especie de mezcla de entusiasmo, inocencia y comprensión. No se ve arrogancia ni agresividad ni ganas de aprovecharse. Todo se hace “bien” y se trabaja duro para ello. Creo que podríamos aprender mucho de los japoneses en algunos aspectos.

Desde luego, en algo en que al menos los ingleses tienen que aprender de Japón, y mucho, es en la comida. La comida japonesa es bastante sana, no usan mucho aceite ni grasa, así que no engorda, por eso ellos están tan delgados. Bueno, pues yo conseguí ganar 4 kilos estando allí, aún caminando varios kilómetros diarios! Creo que eso da una idea de la calidad. Además allí se le da muchísima importancia a comer. Por ejemplo, hay una cantidad absurda de programas de televisión que tratan sobre comida y restaurantes. Es bastante gracioso: el protagonista del programa, normalmente una tía buena, va a un restaurante, charla con el cocinero o el dueño un rato, le traen la especialidad de la casa, la prueba, se pasa un rato alucinando con el sabor y después siguen charlando mientras comen. Estaría bien hacer algo parecido en España, aunque mucho me temo que al final lo que saldría es Bisbal comiendo en un VIPs. Bueno, el caso es que la comida es alucinante. Increíble. Buenísima. Y barata!! Si, al contrario de lo que mucha gente cree, comer allí es bastante barato si no te metes en un superrestaurante. De hecho, el país en si no es excesivamente caro, te gastas bastante porque el billete es un pico y como hay que ir bastantes días se usa bastante dinero, pero lo que son los precios de las cosas se quedan por detrás (en algunas cosas bastante) de los precios ingleses (aunque hay que reconocer que no es mucho mérito).

Es la siguiente foto vemos uno de esos programas de comida. Aquí podemos observar a una chica comiendose una hamburguesa. Notese la hora de emision del programa. Por cierto, que coño hacía yo levantado a esa hora?



Estuvimos en Tokyo toda la primera semana. Nos dio tiempo a ver las zonas y barrios más significativos, visitar un par de museos, ir a un mercado de pescado en el que comimos el mejor sushi que recuerdo y ver una obra de kabuki; el kabuki es teatro tradicional japonés. Lo tuve que ver con un audífono que traducía los diálogos de forma un tanto libre (los primeros 10 minutos de conversación, que despertaron bastantes risas en la audiencia, fueron resumidos por la audioguía con un “están hablando del tiempo”. Breve pero conciso). Aún así, me encantó. Es mucho más entretenido y cercano de lo que esperaba y además encaja muy bien con la mentalidad japonesa. Para la segunda semana nos esperaba un viaje a Kyoto y Nara, antiguas capitales del imperio y epicentros culturales de Japón. Armados con nuestros equipajes y un par de billetes del tren bala, a través de los ríos de gente, pusimos rumbo a la estación central de Tokyo.

-- CONTINUARA --

miércoles, febrero 15, 2006

El imperio del Sol

¿Qué es esto? ¿Que ven vuestros ojos? ¿Yo posteando dos veces en menos de una semana? No puede ser!... pero es! Eso si, no os lo tomeis como una costumbre, sobre todo después de haber leído el contrato de mi nueva empresa y darme cuenta del poco tiempo libre que voy a tener.

Escribo esto para comunicaros una grata noticia. Dado que he encontrado trabajo pronto y en mi empresa no necesitan que esté durante el mes de notificación, tengo bastante tiempo libre ahora. He decidido darle buen uso y me voy de vacaciones 17 días a... JAPON! Si, queridos amigos, me voy al país del sol naciente. Estaré en varias ciudades: Tokyo, Kyoto, Nara y Chiba. Voy a intentar llevarme una experiencia lo más completa posible del país, así que veré templos, comeré sushi, me emborracharé en clubs extraños llenos de gente vestida como personajes manga, iré a una representación de Kabuki, a un hotel tradicional, quizá un combate de Sumo, plantaré flores, me pondré un kimono y me tomaré un whisky mientras escucho Jazz en la última planta del Park Hyatt. Aún así estoy seguro de que hay millones de cosas que debería hacer y no se me ocurren, así que si habeis estado o si siempre habeis querido ir a algún sitio allí dejadme un comentario y agradeceré y sopesaré todos vuestros consejos.

Allí estaré con mi novia, que como muchos sabeis es japonesa. Visitar el país acompañado de un local lo hará incluso mejor, dándole una nueva dimensión y ayudándome a salir de las rutas turísticas trilladas y tener una impresión de primera mano de como es la vida allí. Prometo (intentar) escribir un extenso post sobre el viaje, con fotos y todo.

La verdad es que ha sido muy fácil elegir destino de vacaciones con tanto tiempo libre disponible. Siempre me ha gustado Japón y todo lo que de allí sale. Llevaba esperando una oportunidad de ir mucho tiempo, reconozco que he tenido bastante suerte con todo lo del trabajo, que es lo que me permite hacer este viaje ahora. Salgo el domingo, ¿quien sabe que encontrare allí? Quizá nada, quizá un gran país, quizá la comida sea tan buena que no salga de los restaurantes, quizá... ¿quién sabe?... el Santo Grial.

domingo, febrero 12, 2006

En busca del curro perdido

He estado bastante sin escribir pero por una vez, y sin que sirva de precedente, ha sido por buenas razones. He hecho bastantes cosas estos últimos días, entre ellas cambiar de trabajo. Desde luego, que fácil resulta escribirlo, pero la experiencia en si estoy seguro de que está entre las que más envejecen, al menos en Londres.

Primero, ¿por qué he cambiado de trabajo? Bueno, en un principio me puse a buscar de una manera un tanto informal simplemente porque me aburría un poco y quería ver que se podía encontrar por ahí. Encontre un par de sitios simpáticos e hice un par de entrevistas. Por supuesto durante todo el proceso me volví a ver obligado a tratar con ese auténtico submundo de serpientes que son las agencias de reclutamiento de personal. Sinceramente, a parte de que son bastante cabrones, mentirosos e interesados, son unos auténticos ineptos e incompetentes. En realidad no entiendo porque existen, no hacen nada, solo te llaman por teléfono y te preguntan un montón de tonterías (siempre las mismas) las cuales ni siquiera saben para que sirven y repiten un montón de acrónimos técnicos que no conocen y muchas veces son contradictorios. De hecho les puedes decir cualquier tontería, como que eres un experto en RRFDJS97, que dirán “good stuff good stuff” y te intentarán vender un puesto de vendedor de llaveros como un paso decisivo en tu carrera. No se como las compañías no se dan cuenta de que el tener a esta panda de inútiles de intermediarios lo único que hace es causarles problemas y hacerles pagar por algo que no obtienen. Pero bueno, el caso es que un día, justo después de que un agente me intentara convencer de que me iba a meter de ingeniero en la NASA, tenía una reunión supuestamente importante en mi empresa a la que asistían el director y una superdirectora del grupo al que pertenecemos. Yo pensé: joer, cuanto pez gordo, porfin vamos a hablar un poco oficialmente de la salida del nuevo producto. Hay que ser idiota, claro, cuando se reúne tanta gente importante es para despedir a alguien, y así fue, nos comunicaron a los miembros del departamento técnico que nuestras posiciones estaban en “riesgo de ser redundantes” (es como le llaman aquí a la patada en el culo, me encantan los eufemismos de este país). A mi me dio un poco la risa ante las caras graves y serias de todos, pensé en que listo era por haberme anticipado a la jugada empezando la búsqueda de trabajo antes. Una vez más, hay que ser idiota para pensar cosas así, me acababan de despedir y eso quería decir que tenía que buscar trabajo en menos de un mes o las cosas se empezarían a poner cuesta arriba. Por cierto, es muy interesante la razón por la que nos despidieron. Se llevan todas los puestos técnicos a China. Allí, por lo que cobra un desarrollador en Londres contratan mínimo 3, que además trabajan el doble y se les despide más fácilmente. Cosas de la globalización. Da miedo, eh? A todos los informáticos que leeis esto, os aconsejo que pongais los ojos en puestos de analista para arriba. Mi caso no es aislado, hay muchísimas empresas en Londres que están llevándose (o ya lo han hecho) departamentos enteros a China o La India. Las posiciones muy técnicas estilo programador tendrán tendencia a reducirse en países del primer mundo. Los análisis, diseños, consultorías, etc. se siguen haciendo aquí pero las factorías de software cada vez se externalizan más. Pero basta de cháchara técnica.

La gran ventaja de que me despidieran es que me dieron un mes y medio pagado en el que no tenía que ir a trabajar. Esto me daba tiempo a hacer todas las entrevistas y llamadas telefónicas del mundo. Y esta vez no fue como cuando llegué que tuve suerte y encontré trabajo en una semana en la primera entrevista que hice. Tuve que ir a muchos sitios, a cada cual más variopinto, y responder a un montón de gilipolleces. Las entrevistas de trabajo aquí suelen ser largas, penosas y deseperantes. Para empezar no hay una sola, siempre son varias y en varios días. Normalmente hay una fase en la que te hacen un test técnico, que es algo así como asumir que mientes en tu currículum y que tienes que demostrar que sabes hacer lo que llevas haciendo durante 5 años. Después normalmente hay un momento en el que alguien del departamento de recursos humanos te hace un montón de preguntas vacías, estúpidas e irrelevantes. Quieren ver si eres capaz de escuchar gilipolleces sin perder la compostura y contestando como si fuera una pregunta muy inteligente (en el fondo es un escenario real en muchos proyectos de tecnología). Afortunadamente siempre preguntan lo mismo, por ejemplo “Enumera 5 características tuyas de las que estas orgulloso”, “¿Que cualidades crees que tiene un buen desarrollador/analista/consultor?”, etc. y ya puedes tener preparada una batería de respuestas del mismo nivel de delirio: “Pues yo me definiría como inteligente, sagaz, adaptable, rápido y paciente (sobre todo contigo, no se nota?)”, “Una de las principales características que todo desarrollador/analista/consultor debe tener es una capacidad sin igual de pensar en cosas útiles, como la lista de la compra, mientras escucha letanías de imbecilidades. Ahora mismo me acabo de acordar de que tengo que comprar patatas”. Si tienes suerte hay una fase de la entrevista en la que alguien que sabe de lo que habla (porfin!) te hace preguntas sobre tecnología y normalmente te llevas bien con él. A veces son bastante cabrones y te preguntan cosas tan específicas que nadie en su sano juicio se sabría de memoria, pero muchas veces tampoco buscan una respuesta correcta sino que demuestres que sabrías dar los pasos adecuados para ofrecer una solución al problema.

En fin, estuve con entrevistas, llamadas, currículums y cosas de esas aproximadamente tres semanas y la verdad es que me estaba empezando a preocupar. De todos los sitios que vi, solo 4 me parecieron interesantes. En uno la cagué de manera épica en la entrevista, creo que vale la pena que ponga como aún a riesgo de quedar muy mal o de que mucha gente que no son informáticos no lo entiendan. Era una entrevista telefónica con 2 técnicos:

Tecnico1: Si te dieran un vector de 52 cartas, desordenado, como lo ordenarias?
Yo: Mmm (pensando: vaya, que cabrón no esperaba este tipo de preguntas a estas horas...). Ordenarlo... como?
Tecnico2: Como tu quieras, eliges el orden.
Yo: Y tengo todas las cartas? (mi cerebro estaba empezando a ir por donde no era)
Tecnico1: Si, las 52, pero desordenadas
Yo: Vale, pues nada, haria una funcion que creara un vector con el orden final que como lo elijo yo pues es fácil y lo devolvería, algoritmo de complejidad lineal (me da que acabo de decir una tontería enorme... ouch, si....)
Tecnico1: Ehhhh.... no, no, queremos que lo ordenes, eso es hacer trampa.
Yo: Hombre, pues claro... ehhh... ordenar... si..., pero claro es que el vector ese funcionaría... pero bueno, es hacer trampa.... pues nada, hay un montón de algoritmos de ordenación muy majos, tenemos la ordenación rápida.... después la lenta, claro, pero esa es peor, es más lenta, no la recomendaría, la rápida es mejor.. euhhhhh... nose, vosotros que pensais?
Tecnico2: Porque no usas Collections.sort?
Yo: (ouch, mierda, soy idiota!) Oh, puedo usarlo? (y decia que lo otro era hacer trampa!). Ah vale vale... entonces.... usaría Collections.sort! (tocando fondo)
Tecnico1: Vale, bueno, hemos terminado, tienes alguna pregunta?
Yo: No... si ya da igual, buenos días

Menos mal que el ser humano tiene una buena capacidad de reírse de si mismo, sino íbamos por mal camino.

Un buen trabajo menos. Quedaban 3. En dos llegué a la última de las series de entrevistas y tenía muchas posibilidades pero al final cogieron a otros. O sea, que al final, tenía un puesto interesante para el que ya había hecho 3 entrevistas y los tíos estaban duros de roer, y después 2 o 3 entrevistas para mierdas varias y nada interesante a la vista. Me empecé a poner un poco nervioso, sino me cogían ahí me tendría que meter en otro típico trabajo de estos en los que te aburres en 4 meses y mi currículum empieza a parecer el de Houdini con tantas escapadas. Pero bueno, al final, creo que porque he tenido mala suerte en un par de cosas últimamente, tocaba de la buena ahora y me llamaron y me ofrecieron el trabajo. Sonó un Aaaaaleluya y me puse rojo de felicidad cuando pensé en que no tendría que hacer más entrevistas ni coger más llamadas de agentes. Además probablemente, al haber encontrado trabajo relativamente pronto, pueda cogerme aproximadamente un mes ahora de vacaciones por el morro. Si lo consigo tengo un plan que ya os contaré. Por lo demás, pronto empezaré en el nuevo trabajo, que por cierto aún no he dicho de que se trata. Voy a ser consultor técnico en una consultoría especializada en banca, creo que voy a aprender bastante y además parece que la empresa es bastante buena. Eso si, me va a tocar ponerme una corbata y una sonrisa todos los días y quizá viajar algo por la pérfida albión. Pero bueno, las cosas pintan bien y me siento bastante aliviado. Por otra parte, mi antigua empresa nos ha ofrecido puestos a todos los que acaban de despedir, creo que se han dado cuenta de que los chinos son más baratos pero que no tienen ni idea de como funciona nada y se han acojonado un poco. Todos los hemos rechazado. Por mi parte, que se jodan!