martes, febrero 08, 2005

El proceso

Una de las cosas más complicadas aquí es encontrar un sandwich que sepa bien. Se que parece raro, Inglaterra, que tiene una cocina nacional inexistente, paraiso de la comida rápida, donde los peces nadan en aceite con patatas y una salchicha oscar mayer es el colmo de la sofisticación, es un pais del que podría esperarse una amplia y sabrosa variedad de bocadillos. Los bocadillos son rápidos, eficaces, baratos y fáciles de hacer. Me refiero a que es fácil hacer un bocadillo que esté bueno. Sin embargo, yo voy a un supermercado o a una de las múltiples cadenas de sandwiches al lado de la oficina y entre los aproximadamente cincuenta diferentes tipos no hay NINGUNO que sepa bien. Este es el tipo de momento en el que siento que estoy haciendo algo mal, como si un vegetariano o una vaca se metieran en una carniceria. De todas maneras todo es un poco raro, porque los 2 o 3 bocadillos que yo considero que son comestibles (ninguno pasa de eso) aun encima se acaban enseguida y todas las demás guarradas siempre están en los estantes esperando como si fueran juguetes feos. Considero esto una prueba de que Inglaterra no ha sabido adaptarse a la avalancha de emigrantes, generalmente con paladares más evolucionados.

Si encontrar un bocadillo que estuviera bueno fuera tan difícil como abrir una cuenta de banco, todos los bocadillos vendrían caducados de fábrica, estarían custodiados por un lobo hambriento de dos cabezas y los empleados nos harían un exámen de literatura iraní y otro de física cuántica antes de dejárnoslo comprar.

Cuando uno llega aquí para una temporada larga lo primero que piensa (lo segundo si se ha comprado un sandwich en el aeropuerto) es en abrirse una cuenta de banco para poder domiciliar una hipotética nómina, unos hipotéticos recibos y para no pagar las nada hipotéticas comisiones de los bancos españoles. ¡Que bonita es la inocencia! En España me habían comentado que era bastante difícil abrir una cuenta de banco aquí. No será para tanto, pensé yo, siempre pasa lo mismo, la gente no se lo curra y después van diciendo que es imposible. Es como esos que se pasan toda la carrera jugando a las cartas, son los que más se quejan siempre. Yo pensaba que me abriría la cuenta en tres días. “Además tengo unos ahorrillos, seguro que si se lo digo hasta me hacen la pelota, jjeje”. Se puede ser gilipollas.

La primera ronda de bancos que hice, al par de semanas de estar aquí, me despacharon con una frialdad inquietante. Para empezar, no se puede ni pensar en abrir una cuenta si no tienes una factura a tu nombre que te haya llegado al correo y ponga tu dirección. Esto es interesante: para tener una factura a tu nombre necesitas normalmente alquilar un piso, para lo que normalmente necesitas una cuenta de banco... Así empezó la pesadilla, en la que yo, cual Josef K., extraño, extrañado, extreñido, fui rechazado por los bancos mucho más que por cualquier mujer (y por muy borracho que yo estuviera). La burocracia, ese calculadamente deshumanizador mecanismo, que nos hace pasar de la prepotencia a la impotencia, del enfado a la humillación, que nos da a entender que ni entendemos el mundo ni vale la pena que lo intentemos, tiene a su máximo exponente en la institución bancaria británica.

Al principio pensaba contar aquí detalladamente todo lo que me pasó en los bancos, pero me he dado cuenta de que a pesar de que fue totalmente surrealista, sería un poco aburrido, así que iré a lo interesante. Voy a poner una lista reducida con las excusas que suelen dar aquí los bancos para no abrirte una cuenta.

- “Necesitas un pasaporte”. No vale el carnet de identidad, es decir, puedes legalmente entrar en el país, pero no vale en un banco. Ahora que el gobierno está tan preocupado con la inmigración aquí deberían de dejarse de tonterías y venderle el departamento a Barklays, ya verás como no pasaba ni uno

- “Necesitas una factura”. Esto es necesario como prueba de que vives en tu casa, pero no se por que, tiene que ser una factura, no valen otros 800 papeles que acreditan igual de bien que vives allí.

- “No puedes abrir la cuenta porque necesitas vivir aquí 6 meses”. Esta razón la usan mucho porque no da lugar a réplicas o protestas

- 6 meses después: “Mmm, es sospechoso que no tengas cuenta de banco si ya llevas 6 meses aquí”. Esta es mi favorita.

- “Necesitamos referencias, por ejemplo, una cuenta de banco en UK”. Joder, si es lo que estoy intentado abrir!!!!

- Les llevas una cuenta de banco en UK: “Para que quieres abrir una cuenta si ya tienes una?”. Las recursivas les encantan.

- “Esta cuenta de otro banco de UK no vale porque yo no lo conozco y Manolito el de la mesa de al lado tampoco”. El problema no es que tengan métodos demasiado rigurosos, eso está claro.

- Cuando ya tienes factura:

- “No nos vale esta factura, es un reminder”. Un reminder es una factura que te mandan cuando se pierde la otra o tardas en pagar. Parece que si se pierde es culpa tuya.

- “No nos vale esta factura porque necesitamos tus dos apellidos en ella y solo viene uno”. Que en las compañías del gas, etc. solo tengas sitio para un apellido también es culpa tuya.

- “Necesitamos extractos de tu cuenta española”. No les valen fotocopias o faxes, así que te la tienen que mandar por correo. Cuando me pidieron esto me planteé ir haciéndome la prueba del sida por si me la pedían.

- “Necesitamos una copia del contrato de tu cuenta española”. Ya me dirán para que, si no se la leen que está en español.

Estas excusas normalmente te las van soltando a medida que las vas superando, de manera que parece que estás segando una hierba que nunca para de crecer. Además varían según quien te atienda y la sucursal a la que vayas, incluso en el mismo banco, así que uno no puede evitar sospechar que lo que pasa es que simplemente tienen órdenes de ponerlo muy difícil. Conozco casos de gente que lleva aquí meses trabajando, no tienen cuenta de banco y les tienen que pagar por medio de una transferencia internacional. Además esta panda de empleados amargados de banca disfrutan desde los tacones hasta los gemelos con su malévola tarea, y te tratan como si fueras un aunténtico pedazo de mierda humeante. Es la primera vez desde que estoy aquí, en un país que por lo demás me ha acogido con los brazos abiertos, que me siento como un “maldito inmigrante”. Una experiencia nueva que nunca me planteé que me pudiera pasar a mi: racismo, no hay otra palabra.

Al final, no se si por perseverancia, misericordia o chiripa como siempre, un día un banco decidió acogerme... y no, no era un banco de estos de los parques donde los jubilados dan de comer a esas ratas con alas. Necesité como 20 papeles, facturas, cartas, contratos, huellas dactilares, escáner de retina, el carné de socio del blockbuster, el recibo de mis 3 últimos pares de calcetines y una receta para hacer tortilla de patatas. Tanta tontería para demostrar que realmente vivía donde decía que vivía y ahora resulta que en la página web del banco puedo cambiar mi dirección las veces que quiera y hasta inventármela. En fin. La proxima vez que lea en un periódico que un banco se queja de que no gana suficiente dinero voy a entrar en la primera sucursal de ese banco que vea y le voy a pegar al primer empleado que se me ponga por delante, que no sabrá porque, pero yo me quedaré bien a gusto.

Todo el mundo dice que las reglas en los bancos se han endurecido mucho después de lo del 11S, pero bueno, para mi eso es un poco teoría del caos. Un avión (nuestra mariposa para el ejemplo) bate las alas en New York y como consecuencia una generación de llegados a Inglaterra es sistemáticamente sodomizada por el sistema bancario.

Es mejor dejar ya el tema. Como siempre, espero que os haya gustado el relato, pero sobre todo espero haber asustado suficientemente a la gente que esto le afecte o pueda afectarles como para que lo tengan muy en cuenta. Chicos, ya lo visteis en Mary Poppins, los bancos son el diablo. Hay que volver a lo de destripar un libro (a poder ser el código da vinci de los huevos) y meter el dinero dentro, junto con una botella de whisky y un revolver. Tener que mendigar una cuenta de banco es algo así como cortarse una mano, dársela a un león y que aún encima nos digan que tenemos que darle la carne en albóndigas. Vamos, algo por lo que el orgullo de ningún ser humano debería pasar.

Yo, de momento, me siento estúpidamente orgulloso de mis nuevas tarjetas de crédito. Las miro no como un trozo de plástico, sino como un trofeo, una medalla, un reconocimiento, o si lo preferís, el primer documento de la nacionalización británica. Creo que hasta los bocadillos saben mejor cuando los pago con ellas...

Agradecimientos:

De nuevo, a Mario, otro sufridor, por ayudarme con la recopilación de excusas estúpidas

A todos los fabricantes de bocadillos en Inglaterra, por la aberración combinatoria que supone hacer 100 bocadillos, todos igual de asquerosos, con diferentes ingredientes